Todo
tiempo pasado fue mejor. Una afirmación en la que no estoy de acuerdo, pero a
veces me hace reflexionar. Sobre todo en una fecha como ésta, cuando comienzo a
recordar cómo pasaba las Pascuas cuando era chico y los huevos de chocolate eran
bastante inalcanzables, no como ahora que más o menos un huevo decente se puede
comprar. Pero lo que recuerdo con alegría es la cocina de mi tía Lidia.
Mi tía
Lidia fue, además de una gran mujer, una excelente cocinera, y sobre todo muy
guapa. Había que serlo para estar a cargo, durante las décadas del ‘60 y ‘70 de
un bodegón en la Avenida Paseo Colón entre las calles Venezuela y Chile (no
recuerdo con exactitud en cuál de esas 2 cuadras se ponían las largas mesas
rebalsadas de panes y vinos). Su cocina, además de estar llena de ollas y
aromas, en Pascuas se transformaba en un gigante desierto de harinas bien
blancas tapando los ravioles, ravioles que siempre estaban cortados
perfectamente imperfectos: mi tía no usaba máquina ni esos marcadores de ravioles;
Lidia usaba la regla, una larga tabla de madera que apoyaba sobre la masa llena
del relleno a ojo, para después pasarle el cortador, esa rueda dentada que de
chico uno jugaba a ser un vaquero pensando que podría ser una espuela. Ni el
cirujano más prestigioso poseía el pulso seguro ni trazo firme de esta
experimentada cocinera mientras el estofado comenzaba a hacer erupción en otra
olla.
Lógicamente,
dada mi corta edad en esa época, lo que bebía era gaseosa, dado que se trataba
de una fiesta, pero por suerte también se teñía el vaso de soda con algún
chorro de tinto. Los que adornaban la mesa por lo general eran los López o ValentínLacrado. Si aparecía algún blanco, por lo general si mal no recuerdo se trataba
del Suter Etiqueta Marrón, aunque puede traicionarme la mente (como en varias ocasiones
lo hace) ya que lo vimos muchas veces a lo largo de varios años en muchas mesas.
Estoy
totalmente convencido de que hay pocas cosas más placenteras de regalar
momentos, así que arremánguense y cocinen para los suyos, que si lo hacen con
amor quedarán en el bronce. Emotivos recuerdos, sobre todo el de esos ravioles
imperfectamente perfectos, a la espera de encontrarme con manos capaces de
reemplazarlos. Salú!!!
IN VINO VERITAS, LONGAE VITAE!))
"La comunicación es nuestro principal objetivo y sin
vosotros no tendría sentido, gracias"
IN VINO VERITAS, LONGAE VITAE!))
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