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miércoles, 8 de octubre de 2014

"Vinoro, el glamour del Ritz"

El Salón VINORO, que organiza la empresa “Alamesa”, especialmente conocida por sus populares “vinoquedadas”, es ya un ejemplo de evento totalmente consolidado. Organizado con la premisa de mostrar a los asistentes vinos premiados con medallas de oro en diferentes certámenes, desde un primer momento ha tenido clara su vocación solidaria y parte de sus esfuerzos se centran en recaudar fondos para la ONG “Mensajeros para la Paz”, gracias a que las bodegas y el conjunto de empresas agroalimentarias que participan donan el 25 por ciento del producto con el que concurren a este evento.

Este año algunos tuvimos la oportunidad de casi rozarnos en el Hotel Ritz con el actor Alec Baldwin, dado que coincidió la celebración del Salón con la “premiere” de Torrente 5 e incluso creo que, de no haber ido acompañado de su hija pequeña, se habría tomado un vino, que por algo los americanos nos meten el vino hasta en la sopa en casi todas sus películas.

José Luis Martínez Díaz

En total, se dieron cita en esta edición una veintena de bodegas y media decena de empresas de alimentación, especialmente de quesos e ibéricos, aunque también de carnes e incluso de ginebras y tónicas especiales, en un interesante guiño por las modas.

María Burgoa Cobreros - Álvaro Cerrada - José Luis Martínez Díaz


Lo mejor, sin duda, es mantener el contacto con muchos amigos del sector y poder compartir experiencias con la profe María Isabel Mijares, con el anfitrión Ernesto Gallud, Álvaro Cerrada, de “yalocatoyo”, con el bloguero Carlos Schölderle, Virginia de Vinuranto o con profesionales tan gratos como David Lorenzo, enólogo y “alma-máter” de “Ibizkus”, entre otros muchos amigos y bodegueros, en el convencimiento de que hay que seguir dejándose ver, porque, en caso contrario, dejas de existir.

David Lorenzo Alvarez - Carlos Schölderle

Claro que, como en todo, en estos salones también te encuentras al típico comercial que, a regañadientes, ha tenido que ponerse detrás de la mesa de degustación y no deja de hablar por el móvil o, sencillamente, deja desasistido su expositor. Por el contrario, te puedes encontrar con profesionales como María Burgoa, de Barcolobo, o Nerea Matilla, de Pernod Ricard, con las que es un placer tomar un vino y charlar del sector por el amplio conocimiento que atesoran.

En mi caso, dado que no suelen preparar escupideras, agradecí haber ido de Valdepeñas a Madrid en tren, porque pude probar un amplio abanico de vinos bastante buenos y porque, en ocasiones, la mesura se puede dejar a un lado, ¿por qué no?


Con esta forma de beber y disfrutar, del vino y de la compañía de amigos, recordé el primer curso de cata que realicé hace una quincena de años, dentro del Máster de Viticultura, Enología y Márketing del Vino, cuya asignatura de cata impartió Joaquín Gálvez -ahora “Wineman”-. Las explicaciones y, sobre todo, los vinos eran tan buenos que algunos no hicimos eso de “escupe, Guadalupe”. Además, no entendía porqué el docente llevaba aún inmaculada su camisa y cómo era capaz de llegar a través de chuflitos y pequeños silbidos a la escupidera sin derramar nada; mientras que yo no dejaba de mancharme, a pesar de llevar un “cuba-litro” de plástico pegado a la papada. Claro que me he desviado del tema y del “glamour” del Hotel Ritz…



"La comunicación es nuestro principal objetivo y sin vosotros no tendría sentido, gracias"




IN VINO VERITAS, LONGAE VITAE!))

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