La irrupción de numerosos blogs de vinos y el hecho de que muchos amantes y/o expertos del vino tengan que escribir artículos con asiduidad en medios de comunicación especializados hacen que nos replanteemos los términos con los que nombrar a estos profesionales. Algunos de los más honestos, que creen que los términos “escritor” o “periodista” no pueden utilizarse tan alegremente, se autodenominan “escribidores del vino”.
La primera vez que escuché este “palabro” pensé que no estaría contemplado en el diccionario, aunque, según la primera acepción de esta palabra en la RAE, un “escribidor” es un “mal escritor”, lo que lleva implícito un sincero perdón inicial por tener que adentrarse en un mundo, el de la comunicación escrita, que no dominan.
Desde luego, saber de algo, no nos asegura que, profesionalmente, podamos extrapolar todos esos conocimientos a la escritura. En mi opinión, hay demasiada poca humildad y los errores en los que caen estos “pseudo-expertos” coinciden con las principales premisas del Periodismo: claridad, concreción, capacidad de síntesis y delimitación de lo que es información y opinión.
He leído artículos en medios especializados de más de cuatro folios de texto narrando una interminable cata, sin caer en la cuenta de que nos sobran dos terceras partes del texto, aunque soy menos partidario aún de que se partan las interminables parrafadas en varias entregas, porque otra de las reglas no escritas de la profesión está en contar todo lo más importante en un solo texto.
Claro que la Comunicación 3.0. nos convierte a todos los que tenemos un ordenador en prescriptores con derecho a hacer los comentarios que creamos oportunos, en una democratización de opiniones y contenidos sin precedentes. Si a eso le sumamos la vida de marajás de algunos profesionales en numerosos viajes enoturísticos únicos, nos puede hacer perder el norte de lo que no somos y creer que estamos a la altura del poeta más depurado, con una copa de vino, en un paraje de viñas. Al fin y al cabo, un buen Responsable de Comunicación en su ficha de periodistas, bloggers e “influencers” hace anotaciones y hace sentir como un divo/a a los que se creen de esta condición.
Hoy en día todos somos prescriptores... |
Otra cosa bien distinta son los blogs personales, donde no se engaña a nadie, porque seguimos a los personajes que queremos y ahí el estilo, como no podía ser de otra manera cuando el sujeto no es un profesional de la Comunicación, es totalmente libre.
Como decía antes, se puede saber mucho de un tema en concreto, pero patinar a la hora de darle forma en un texto periodístico o de estructurar los hechos objetivos que nos ayuden en nuestros juicios de valor en una argumentación. Lo que es más grave aún es que bodegas importantes o medios especializados prefieran potenciar su “marketing content” o Marketing de Contenidos con figuras del sector más o menos conocidas, pero que no transmiten o comunican bien.
Mucho más adecuado sería que utilizaran los servicios de un periodista en la sombra, que les ayudara a la hora de canalizar sus ideas y plasmarlas en artículos periodísticos claros, concisos y con una buena argumentación. Lo que siempre se ha llamado hacer el trabajo de “negro”. Claro que en muchos casos, incluso se hurta de esta posibilidad a los buenísimos profesionales que hay en el sector del vino en materia de Comunicación.
En el seno de la Asociación de Escritores y Periodistas del Vino (AEPEV), en su última reunión, se optó por articular un decálogo interno con el que autorregular a sus más de cien componentes, a pesar de que esta misma institución integra diferentes tipos de profesionales, teniendo en cuenta si tienen formación académica universitaria de Ciencias de la Información, o no.
Hay que caer en la cuenta de que un mal comentario en un medio de comunicación puede cargarse la actividad de una bodega y de todos los que trabajan en ella, algo por lo que hay que hacer un ejercicio de responsabilidad sombre lo que escribimos, máxime cuando la independencia de muchos blogs no es plena y cuando los responsables de Comunicación de las bodegas creen, en último término, que todas las opiniones se pueden comprar, algo que no es del todo cierto y con lo que se pueden estrellar estrepitosamente. Por esto mismo, muchos prescriptores optan por no hablar de un vino, antes que hablar mal de él, con el convencimiento de que “el mayor desprecio es el no aprecio”.
"La comunicación es nuestro principal objetivo y sin vosotros no tendría sentido, gracias"
IN VINO VERITAS, LONGAE VITAE!))
"La comunicación es nuestro principal objetivo y sin vosotros no tendría sentido, gracias"
IN VINO VERITAS, LONGAE VITAE!))
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